bruselas
Resolución: Personas en movimiento – Desarrollando políticas justas y equitativas para la migración

El mundo está en movimiento y esta situación continuará a lo largo de los próximos años. El siglo XXI estará marcado por movimientos masivos de población. La migración va en aumento en todo el mundo, y la migración entre los países del Sur global ya está superando los movimientos migratorios del sur al norte. Cada vez son más las personas que abandonan su hogar en busca de nuevas oportunidades económicas y experiencias de vida. Casi una de cada siete personas en el mundo es un migrante. 740 millones de personas han abandonado su lugar de origen para buscar otro lugar dentro de su propio país, mientras que 244 millones de personas cruzaron las fronteras estatales como migrantes internacionales. Según la Organización Internacional del Trabajo muchos migrantes están viviendo en condiciones de trabajo forzoso o esclavitud. En los últimos años la cantidad de personas que huyeron de conflictos armados, persecución y violaciones de los derechos humanos se ha incrementado de forma vertiginosa y, de acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) sobrepasa actualmente los 65 millones de refugiados. Otros huyen debido al impacto negativo del cambio climático, las catástrofes naturales u otras alteraciones del medio ambiente.

Para muchas personas, la decisión de abandonar su tierra natal no es una decisión libre sino más bien una respuesta necesaria al empeoramiento de sus condiciones de vida. Son muchos los factores que hacen la vida cada vez más insoportable o incluso imposible en muchas partes de nuestro planeta. La pérdida del espacio natural de vida obliga a cada vez más personas a emprender un arduo camino en la búsqueda de seguridad y una perspectiva de vida con lo cual la diferenciación entre huida y migración se va desdibujando cada vez más. Es por eso que muchos expertos hablan de «migración forzada» o «migración de supervivencia» para subrayar que la definición existente del refugiado en el derecho internacional, que está limitada a la persecución política, ya no se corresponde con la realidad de la situación. En ciertas circunstancias, las personas están en movimiento durante años, atravesando varios países y regiones y viviendo bajo condiciones sociales, económicas, políticas y legales completamente diferentes. Lo que los migrantes y refugiados tienen en común es que luchan por su derecho a la vida y se exponen a fuertes riesgos para alcanzar este objetivo. Es necesario abrir vías seguras de huida y formas legales de migración para estas personas, creando al mismo tiempo unas condiciones a nivel mundial que permitan a cualquier persona decidir libremente si se quedará en un lugar, lo abandonará o retornará nuevamente a su patria.

 

Promover la democracia

Las causas de huida y migración son a menudo el resultado de políticas erróneas de muchos años al servicio de élites autoritarias y corruptas. Una condición esencial para mantener la paz y fomentar el desarrollo económico seguirá siendo el apoyo a los procesos de democratización a nivel mundial. En muchos países la democratización es la única forma viable para contener el potencial de conflictos internos, disminuir las desigualdades económicas y sociales y establecer estructuras políticas eficientes.

 

Fortalecer la prevención de conflictos

La estabilización democrática de los países y la prevención de conflictos violentos también será en el futuro una de las medidas más eficientes para disminuir las causas de la huida. Un enfoque importante habrá que poner en los Estados frágiles o fracasados ya que muchas causas de huida y de migración se concentran sobre todo en estos países. No será posible «reparar» rápidamente estos Estados sino lo que será inevitable es un compromiso continuo y a largo plazo.

 

Luchar contra la pobreza

Cada año millones de personas se hunden en la pobreza debido a una enfermedad, el desempleo, pérdidas de cosecha, la edad o la muerte de un miembro de la familia. Alrededor de 700 millones de personas sufren de extrema pobreza lo cual casi siempre significa que viven en condiciones indignas y con poco acceso a la educación, alimentos saludables, agua limpia e instalaciones sanitarias adecuadas. En muchos países del hemisferio sur la infraestructura social existe y funciona sólo parcialmente. Un 80 por ciento de la población global está viviendo actualmente sin ningún seguro contra los principales riesgos de la vida. A menudo, esta situación resulta en una crisis existencial y desesperanza frente a la falta de alternativas de manera que las familias se ven obligadas a motivar a algunos de sus miembros a emigrar con la esperanza de que la familia pueda sobrevivir con el dinero que estos migrantes les puedan enviar.

 

Luchar contra condiciones de trabajo precarias

La migración laboral a menudo es el síntoma de las desigualdades provocadas por una política comercial neoliberal que pone el enfoque únicamente en el libre comercio y la circulación de mercancías sin barreras, pero que no se preocupa de los costos sociales de la migración. Aquellos que tengan que abandonar sus familias para asegurar su existencia a menudo se ven explotados o privados de sus derechos humanos.

 

Luchar contra las desigualdades

El dramático aumento del nivel de desigualdad entre y en los países, igual que la falta de perspectivas para mucha gente joven son desafíos clave de nuestro tiempo. La brecha entre ganadores y perdedores de la globalización se está incrementando continuamente, y millones de personas intentan encontrar un futuro mejor más allá de las fronteras de su patria. La creciente desigualdad es ya considerada una de las causas principales de conflictos. Incluso el informe sobre «riesgos globales de 2014» del Foro Económico Mundial de Davos constata que las fuertes divergencias en los ingresos constituirán uno de los riesgos más grandes en el mundo y causarán «graves daños». Lo que estamos viendo es, en parte, una «globalización desde abajo» en vista de la agudización dramática de la desigualdad entre y en los países.

 

Luchar contra el cambio climático

Todos los pronósticos deben tratarse con cautela. Sin embargo, hay muchos datos que indican que el cambio climático y las alteraciones del medio ambiente relacionadas con el mismo serán la causa más importante para la huida y la migración en los años que vienen. Ya hoy en día el cambio climático se ha convertido en una catástrofe climática en algunas regiones que está causando movimientos migratorios masivos. La Organización Internacional para la Migración (IOM) estima, por ejemplo, que la cantidad de refugiados medioambientales se ha duplicado en los últimos 15 años alcanzando 50 millones, y se calcula que este número aumentará hasta 200 millones en 2050. Su estado legal no está aclarado, pero debido a sequías persistentes, la salinización del suelo y del agua potable, inundaciones etc. nunca podrán retornar a sus lugares.

Necesitamos urgentemente alcanzar un avance sustancial en los próximos años en todas las áreas siguiente:

El nuevo texto del tratado negociado en París constituye una buena base para la implementación de estos objetivos.

 

Más solidaridad internacional

La falta de solidaridad internacional en la ayuda humanitaria y la acogida de refugiados es vergonzosa. A muchos países les preocupa menos la miseria de los refugiados que la cuestión como su sociedad va a manejar la llegada de los inmigrantes.

 

Por una reforma de la política global con respecto a los refugiados y la migración

A pesar de importantes avances alcanzados en los últimos decenios la política global con respecto a los refugiados y la migración parece más bien una colcha de retazos. Los grandes movimientos de migración y huida como los que vemos hoy en día no paran en las fronteras. No hay ningún país en el mundo que pueda asumir por si solo las consecuencias políticas, económicas, sociales, humanitarias y de derechos humanos. Una reforma de la política global en materia de refugiados y migración es inevitable, y enfoques y soluciones globales son más urgentes que nunca. Y es que si las cifras de los migrantes internacionales han ido subiendo constantemente en los últimos años, las de los refugiados y desplazados internos han experimentado una auge incluso mucho mayor. El principio de responsabilidad compartida y distribución de cargas debe ser vinculante a nivel internacional y se debe crear el fundamento para una gestión de la migración basada en derechos.

Este sería un paso importante hacia el reparto de responsabilidades y la solidaridad internacionales.

 

Ampliar y consolidar el sistema humanitario

Los mecanismos insuficientes para el reparto de responsabilidades conducen a un reparto muy desigual de los refugiados. Alrededor del 86 por ciento de todos los refugiados son acogidos por países en desarrollo que a pesar de los grandes logros alcanzados ven que la situación de huida constante sobrepasa sus capacidades.

 

En favor de un programa global de acogida de refugiados

En el futuro necesitaremos más capacidades temporales y permanentes de acogida de refugiados a nivel mundial.

 

Aplicar y ampliar el derecho y las convenciones internacionales

Hay determinadas situaciones que no están cubiertas por los tratados y convenciones para la protección de migrantes y refugiados. Precisamente para los desplazados internos, pero también para los llamados refugiados medioambientales se requieren sistemas de protección ya que estos últimos ya no podrán volver a su tierra de origen como –por lo menos teóricamente– lo podrían hacer los solicitantes de asilo político.

 

Migración y desarrollo

Si miramos el pasado vemos que a largo plazo la migración no es un problema, sino un factor que enriquece y forma parte de todas las comunidades. Actualmente, la migración también puede contribuir al desarrollo sostenible de los países de origen, de tránsito y de destino. En algunos casos es precisamente la migración que permite el desarrollo o puede paliar efectos negativos como el envejecimiento de la población o la falta de trabajadores cualificados. A menudo los migrantes poseen conocimientos nuevos y contribuyen al desarrollo tecnológico. Desde hace muchos años lo que más rápidamente crece es la migración temporal y circular. Las transferencias de dinero que los migrantes envían a sus países de origen juegan un papel cada vez más importante ya que las familias de los migrantes utilizan estas transferencias no solamente para reducir la pobreza sino que a menudo también para abrirse nuevas oportunidades de educación y formación y para mejorar la atención sanitaria. Según estimaciones del Banco Mundial, dos terceras partes de estas transferencias, que a nivel global son alrededor de 600 mil millones de dólares, llegan a los países en desarrollo, con lo cual esta suma supera la cantidad total de toda la ayuda al desarrollo oficial. Sin embargo, las inversiones con fondos privados no deberían remplazar los servicios públicos suministrados por el Estado.

Al mismo tiempo, la migración también puede provocar una fuga de cerebros, y otro aspecto que a menudo no se toma en cuenta son las consecuencias sociales y familiares de la migración. Sobre todo los trabajadores y trabajadoras pueden verse obligados a recorrer largos caminos debido a la situación económica con la consecuencia de que apenas ven a su familia y amigos. Precisamente como la migración es un fenómeno complejo en el futuro habrá que desarrollar sistemas de migración conjuntamente con los países del sur para que no sea el Norte global donde se decida lo que es una migración «deseada» y «no deseada».

 

Movilidad, migración y la agenda 2030

Las fuerzas progresistas, socialdemócratas y socialistas en todo el mundo luchan por ayudar a las personas que se encuentran en situaciones difíciles y precarias. Esto definitivamente incluye a los migrantes y refugiados, tal y como ya lo define claramente en su preámbulo la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (ODS). La migración es un componente integrante de esta agenda, y el objetivo 10.7 llama a todos los países a brindar oportunidades para una migración y movilidad de las personas de forma regulada, segura y responsable, y a respaldar este propósito mediante políticas migratorias planificadas y bien organizadas. Además de la mención explícita de la migración en los ODS, muchos de los 17 objetivos y 169 metas se refieren a las causas de huida y migración. Superar la pobreza, implementar el derecho a la salud, justicia, trabajo digno y paz, así como una gestión responsable de los recursos son los requisitos previos para que las personas puedan elegir libremente el lugar donde quieren vivir. Una nueva política de cooperación y transformación amplia y seria, tal y como queda estipulada en la agenda 2030 para un desarrollo sostenible, puede alcanzar logros en el próximo decenio que permitan a muchas personas desarrollar una perspectiva de vida también en sus países de origen.

Para que este objetivo se pueda cumplir es necesario combinar diferentes enfoques y ámbitos políticos. Los fuertes movimientos migratorios y de huida exigen enormes esfuerzos internacionales a corto plazo, pero también pueden dar un nuevo impulso a reformas a medio y largo plazo a nivel nacional, regional y global. En el futuro habrá que buscar formas para permitir ambas opciones: el derecho a quedarse, creando condiciones de vida justas para todos y acabando con la destrucción de espacios vitales, igual que el derecho a irse, ofreciendo vías para la huida y la migración. Las personas tienen el derecho a salvarse de la persecución y la violencia, y también tienen el derecho a la movilidad y la libre circulación. Todos y todas deben poder ejercer sus derechos por su propia voluntad y no por obligación. Esto significa para nuestras sociedades que hay que desarrollar reglas para la convivencia de personas cada vez más móviles y de muy diversas procedencias.

Conferencia Parlamentaria de la Alianza Progresista: Por una nueva agenda para la paz y la justicia, del 17 al 18 de octubre de 2016, Bruselas, Bélgica