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La calamitosa gestión de la pandemia de la COVID-19 por el Gobierno de Guinea Ecuatorial

Por Convergencia Para La Democracia Social (CPDS), Guinea Ecuatorial

El régimen intensifica la represión durante la crisis sanitaria

Evidentemente, no son momentos oportunos de polémica ni de reproches de naturaleza política en el país, pero ante las graves anomalías que algunos estamos observando, y otros experimentando, durante la gestión de la actual crisis sanitaria, entendemos que ciertas cosas no pueden, no deben callarse.

Para la gestión de la pandemia de la COVID-19, el Gobierno de Guinea Ecuatorial constituyó dos comisiones. Una comisión política, no se sabe muy bien si la preside el Presidente Obiang, su hijo el Vicepresidente o el Primer Ministro que no es jefe de gobierno y que acapara el espacio televisivo, y otra comisión técnica, presidida por el médico Justino Obama, al que apenas se ve, e integrada por el ministro de Sanidad, Salomón Nguema Owono, también omnipresente en la televisión. El propio Presidente de la Republica, jefe del Gobierno y garante de la salud de los guineanos, según él mismo, ha desaparecido del escenario.

Lo primero que llama la atención y preocupa mucho, es que estas comisiones, tanto en su constitución como en su funcionamiento, no han escapado a la politización característica de todas las actividades de este país. Priman en todas ellas las directivas del partido; el partido de gobierno lo es todo en Guinea Ecuatorial: es el Estado, es el Gobierno y es el que controla todas las acciones del país.

Pocas personas ignoran que la exclusión social y la discriminación, junto con la intimidación y la represión, forman parte de los principales instrumentos de gobierno del régimen que dirige nuestro país. En la constitución de los referidos comités de lucha, no se concertó ni con las demás fuerzas políticas, ni con la sociedad civil, ni con el sector privado del país. Nada de eso. El partido de gobierno se cree autosuficiente. Y en ese sentido, lo que percibimos los guineanos es que el comité técnico es el que sigue las instrucciones del político, cuando lógicamente debería ser al revés; es el comité técnico el que debiera aconsejar las decisiones del comité político.

Es en ese contexto que se ha organizado el linchamiento por radio y televisión de una señora que llegó a Malabo el 11 de marzo con un vuelo internacional, trasladándose inmediatamente a Bata; se nos dice que esta señora resultó ser positiva por el virus y se le culpó de haber saltado las formalidades policiales del aeropuerto y de haber permitido la expansión del virus en la región continental del país. El mismísimo Primer Ministro no ha parado de machacarla todos los días por los medios de comunicación públicos prometiendo llevarla ante los tribunales en su momento.

Aquí, hay que señalar que la información hecha pública está deformada. Las fronteras se cerraron el día 15 de marzo y ella llegó el día 11. Por un lado, la referida señora niega haberse saltado los controles; alega que a su llegada, se le tomó la temperatura como a todo el mundo y pasó el control. Por otro lado, está claro que nadie puede saltarse los controles del aeropuerto si no lo permiten las propias autoridades. Pero suponiendo que ella los saltara, evidentemente sería por la permisividad de las propias autoridades que tienen clasificada a la población en diferentes categorías, las que deben ser controladas y las que no. En un caso como en el otro, no se le puede culpar a la señora. La culpa es de las autoridades sanitarias y del propio régimen. Lo inexplicable es que ella, puesta en cuarentena a mediados de marzo, sigue en confinamiento hasta esta fecha; y que a uno de sus hijos, que trabaja en un banco en Malabo y con el que ella no tuvo ningún contacto, se le ha pedido que se abstenga de volver a su lugar de trabajo.

Una particularidad llamativa de la gestión de esta pandemia en Guinea Ecuatorial, son las sorprendentes y extrañas manifestaciones de júbilo del régimen gobernante, transmitidas por los medios de comunicación públicos, por la falsa información de la contaminación del opositor Severo Moto en España (se quedaron con las ganas), y por el fallecimiento de una disidente de nombre Asa Freno en España. ¡¡Un gobierno que se alegra de que sus connacionales fallezcan o enfermen, inaudito!! Mejor prueba de que Obiang no gobierna para todos los guineanos no se puede tener.

Otra asombrosa muestra de la naturaleza perversa, cruel, acomplejada y rencorosa que caracteriza a este régimen fue la obligación de renunciar a su nacionalidad guineana de origen, hecha a los guineanos binacionales que abandonaron el país en un vuelo de Air France autorizado a causa de la crisis del coronavirus. El Gobierno los calificó de traidores.

De una manera general, la gestión de la epidemia está lejos de ser transparente: no se conoce el nivel de preparación de los centros sanitarios en caso de gran afluencia de pacientes, ni la capacidad del sistema sanitario para asumir a pacientes graves en gran número; no se informa de la utilización de los medios puestos a disposición; todos los sanitarios del país susceptibles de atender a enfermos no han sido convocados ni informados oficialmente, hasta hoy, de los protocolos a seguir en presencia de personas sospechosas o de pacientes sintomáticos. Solo asistimos a las apariciones del ministro de Sanidad para hacer el recuento de casos positivos cada tarde por televisión, a quien los periodistas no hacen preguntas como sucede en otros países. Una de las preguntas sería que el ministro explique en qué consisten los contagios comunitarios, y en qué comunidad se han producido, para que los ciudadanos tomen medidas de precaución. Nadie sabe, aparte de los casos sospechosos, si se toman pruebas aleatorias a la población para tener una idea del perfil de la circulación del virus en el país. Por otra parte, muchos responsables distritales o comunitarios están cobrando dinero por las autorizaciones de desplazamiento anunciadas como gratuitas, porque el Gobierno no dotó de recursos a los responsables de las comunidades para realizar dicha tarea.

Recapitulando, Guinea Ecuatorial conoció su primer caso positivo confirmado el 14/03/2020. La evolución fue lenta hasta el 11/04/2020 con 22 casos acumulados. Esta cifra se duplicó dos días después, el 13/04, con 41 casos; esta misma cifra se volvió a duplicar 3 días más tarde, con un total acumulado de 79 casos positivos diagnosticados el día 16 de abril, según las cifras comunicadas regularmente por el ministro de sanidad. En los 3 últimos días, y sin explicación alguna, los responsables sanitarios no han ofrecido información sobre la evolución de las contaminaciones en el país.

Este aumento brutal de casos se debió a la aparición de 30 casos en dos días, procedentes de la plataforma offshore Serpentina. A la cuestión de cómo llegaron estos casos a Serpentina, la respuesta es que algunos empleados expatriados llegaron a algunas plataformas en las fechas previas al cierre de fronteras y otros incluso después del cierre de las mismas. Estas personas llegaban del exterior, y no pudieron alcanzar las plataformas sin el consentimiento y la complicidad de las autoridades del país. Y son estos empleados expatriados los que de toda evidencia introdujeron el virus en la plataforma. ¿A quién hay que culpar aquí? ¿Acaso también a la señora acusada de haber saltado los controles y que es linchada por los medios informativos nacionales? ¿Por qué no se habla de este tema en la televisión nacional? ¿Las autoridades sanitarias han tomado las pruebas a todos los empleados de todas las demás plataformas del país?

El día 11 de abril, un filipino contaminado por el virus, sintomático y procedente de esta misma plataforma, fue bajado a Malabo y hospitalizado en el centro médico La Paz después de haber transitado por varios lugares públicos en Malabo. No fue llevado al hospital de Sampaka, que se ha presentado como el mejor equipado para acoger a pacientes de COVID-19, ¿por qué no fue llevado a Sampaka? Obviamente porque el hospital no estaba preparado.

Y cuando una enfermera del centro La Paz, Nuria Obono, ha comentado esta falta de preparación, el ministro de Sanidad la ha arrollado física y psicológicamente antes de hacerla detener y encarcelar en la tétrica prisión de Black Beach utilizando el servilismo de un sistema judicial a las órdenes. Y sin embargo, se ha sabido, después del comentario de la enfermera, que se está llevando a cabo calibraciones de los aparatos en ese hospital para hacer posible el funcionamiento del oxígeno, lo cual confirma los comentarios de la sanitaria, quedando claro que ella no mintió.

En los demás países, los sanitarios, actores de primera línea en esta lucha, están recibiendo numerosas muestras de gratitud. En Guinea Ecuatorial y en plena crisis sanitaria, se está ignorando a una parte importante del personal sanitario del país y vilipendiando a otros, ¿en qué mundo vivimos? ¿Por qué creerán los dirigentes guineanos que pueden disponer tan gratuitamente de las vidas de los guineanos?

Y hay un aspecto todavía más chocante en el trato a los contaminados de la plataforma Serpentina. Estos guineanos, que pagan impuestos de 1 a 3 millones de Francos mensuales cada uno, se encuentran encerrados en sus habitaciones de la plataforma desde siete días, librados a su suerte, sin atención ni vigilancia médica. El ministerio de Sanidad dice no saber dónde situarlos y ha encargado al ministerio de Minas, del que dependen, encontrar un lugar donde ubicar tanto a los 30 contaminados como a los 70 contactos que se encuentran en la misma plataforma. Esto no es señal de mucha responsabilidad ni de capacidad para gestionar la pandemia. Los guineanos entendemos que cuando resulten afectados, por ejemplo, los funcionarios municipales, entonces será el ayuntamiento el encargado de gestionar dónde ubicarlos.

A propósito de los fondos de apoyo y respuesta al coronavirus aportados por el Gobierno, unos 5 mil millones de Francos CFA, CPDS ya señaló recientemente que son muy insuficientes. Queremos insistir aquí que esta suma es insignificante frente al reto al que nos enfrentamos. Risible frente a los 150 millones de Euros en los que fueron valorados los bienes confiscados al Vicepresidente hijo del Presidente Obiang en Francia (unos 98.500 millones de F CFA); ridícula frentes a los 16.400 millones en los que se valoró los 25 vehículos de lujo confiscados al mismo Vicepresidente hijo del Presidente Obiang en Suiza.

Esta suma es asimismo irrisoria frente a los fondos desbloqueados por los Estados de nuestra región para los mismos fines: Costa de Marfil, 1.700 millares; Senegal, mil millares; Ghana, 500 millares; Togo, 400 millares; Gabón, 250 millares; Congo Brazzaville, 100 millares, etc. (si acaso, precisamos aquí que 1 millar son mil millones) ¿Dónde está el dinero del que siempre se ha jactado el Presidente Obiang de tener, ahora que lo necesitamos para nuestra propia supervivencia? ¿Dónde queda el dinero que el Presidente Obiang va regalando a los países que ni siquiera nos lo pedían?

A esta exigua cantidad de dinero iban emparejadas unas medidas de acompañamiento totalmente confusas e imprecisas en cuanto al apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Pero en la práctica, no se sabe cuándo ni en qué se está utilizando este dinero, si es que existe. En su nota informativa del pasado 16 de abril, CPDS se preguntaba qué medida concreta había tomado e implementado el Gobierno para resolver las necesidades vitales de la población. La respuesta, hasta hoy, es ninguna.

La pregunta obedecía a una evidencia: cuando se envía al pueblo llano de nuestros barrios y poblados a sus casas, o se manda cerrar pequeños negocios, aparte de su aspecto irrealista, se entiende que el Gobierno desplegará un esfuerzo para compensar su pérdida de beneficios y facilitar su supervivencia. Pero llevamos un mes de restricción de salidas y no se ve ningún esfuerzo del Gobierno para ayudar a la población. Es mucho desprecio y una provocación al pueblo pobre.

Pero conviene saber que esta aparente inercia del régimen ante el sufrimiento del pueblo tiene una sutil explicación. Y es que el régimen del Presidente Obiang se sostiene mediante la intimidación y la represión al pueblo. El pueblo debe ser mantenido necesariamente bajo miedo para que el régimen se mantenga. Lo contrario sería susceptible de generar una desobediencia civil y una sublevación. Es quizás por eso que el partido gobernante está intensificando su publicidad en TV Asonga estos últimos días. Porque la COVID-19 está produciendo miedo en la población, mucho miedo. Ahora, si el miedo a la pandemia supera el miedo a los gobernantes, entonces podría quedar en evidencia la incapacidad de estos para gobernar y proteger al pueblo, esto aumentaría el descrédito hacia el régimen y el riesgo de desestabilizarlo. Dicho de otra manera, la COVID-19 puede ser el elemento que incremente la crisis social en Guinea Ecuatorial y catalice una desestabilización del régimen gobernante. Por eso este opta por mantener al pueblo en la necesidad, en la escasez y la pobreza. Para el régimen, el miedo al hambre, que se puede subsanar con vagas promesas y acciones de distracción, debe prevalecer al miedo a la enfermedad.

Por todas las razones invocadas, resulta muy preocupante la manera en que está siendo gestionada la pandemia en Guinea Ecuatorial. Por eso preocupa la idea de que aparezcan muchos casos sintomáticos o casos graves. Por eso los miembros de los comités designados inspiran poca confianza. Porque nuestras vidas nos importan y no podemos confiarlas ciegamente a la gestión azarosa y politizada de un problema de interés general.

El sentimiento de autosuficiencia y la falta de humildad del régimen que gobierna Guinea Ecuatorial, su egocentrismo y orgullo mal emplazado están resultando lesivos para los habitantes de Guinea Ecuatorial. La salud y la asistencia son servicios esenciales de interés general para todos los ciudadanos independientemente de su categoría social, su credo religioso o ideológico. Es tiempo ya de que el pueblo se despierte y todos juntos pongamos fin a este suplicio, a estas arbitrariedades.

Malabo, 19 de abril de 2020

LA SECRETARIA DE COMUNICACION